¿Qué es la resistencia antimicrobiana (AMR)?
La prescripción innecesaria e inapropiada de antibióticos, junto con medidas inadecuadas de Prevención y Control de Infecciones (PCI), desempeñan un papel crucial en el creciente problema de la resistencia a los antimicrobianos y en la propagación de organismos multi-resistentes. La resistencia antimicrobiana es actualmente una amenaza significativa para la salud pública a nivel mundial, que aumenta significativamente la morbilidad y mortalidad de los pacientes, especialmente en la población pediátrica.
Un análisis sistemático reciente y completo proporcionó datos sobre la carga global de RAM bacteriana, estimando 4,95 millones de muertes asociadas a ella solo en 2019. La población pediátrica se ve gravemente afectada, con las muertes en niños menores de 5 años representando el 20% del total(link).
Además, UNICEF estimó que el 40% de las muertes de niños menores de 5 años en todo el mundo en 2016 fueron causadas por enfermedades directamente influenciadas por la resistencia antimicrobiana (link).
En 2015, los neonatos menores de un año en la Unión Europea tenían la carga más alta de muertes atribuibles y año de vida ajustado por discapacidad (AVAD) causados por infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos (link) Los países del sur de Europa, en particular, tienen las tasas más altas de resistencia antimicrobiana en Europa.
En el pasado, la resistencia antimicrobiana se resolvía mediante la introducción de nuevos antibióticos de amplio espectro. Sin embargo, desde la década de 1980, ha habido una disminución constante en el desarrollo de nuevos antimicrobianos.
El desarrollo de programas de gestión del uso de antimicrobianos (PROAS) a nivel nacional e institucional se considera hoy en día herramientas clave para abordar esta amenaza. Se definen como un conjunto de intervenciones coordinadas diseñadas para reducir el uso inapropiado de antimicrobianos, prevenir la resistencia, mejorar la seguridad del paciente y reducir los costos de atención médica sin comprometer los resultados para los pacientes.
Aunque la lucha contra la resistencia antimicrobiana sigue siendo una prioridad absoluta, en Europa todavía faltan esfuerzos dirigidos, organizados y sistemáticos para mejorar la prescripción y reducir la propagación de infecciones en el ámbito pediátrico.